El estrés es un desencadenante común de la migraña. El entrenamiento regular ayuda a reducir los niveles de estrés, liberando endorfinas que actúan como analgésicos naturales y mejorando el estado de ánimo.
El ejercicio promueve la circulación sanguínea, lo que puede ser beneficioso para quienes experimentan migrañas. Un flujo sanguíneo mejorado contribuye a la oxigenación del cuerpo y puede ayudar a prevenir la constricción vascular, un factor asociado con la migraña.
La actividad física estimula la liberación de neurotransmisores, como la serotonina, que están asociados con el bienestar y el equilibrio emocional. Estos efectos pueden ser beneficiosos para prevenir la migraña.
Sobre todo centrado en los músculos del cuello, los hombros y los brazos. Los cambios metabólicos a nivel local en el cuello y la adaptación neuromuscular podrían estar en relación con esa mejoría.
Además, el aumento de masa muscular se ha relacionado con una reducción en frecuencia de las crisis de migraña, así como una reducción del fenómeno de sensibilización central que ocurre en los síndromes de dolor crónico.
El segundo tipo de ejercicio sería el de alta intensidad, que ha demostrado mejores resultados cuando se ha comparado con el de intensidad moderada.
Es importante destacar que cada persona es única, y lo que funciona para algunos puede no ser adecuado para otros. A pesar de esto, esta comprobada la eficacia de los ejercicios a la hora de combatir fuertes dolores de cabeza.