¿Qué es el ruido blanco y por qué es una opción para dormir?
El ruido blanco suena parecido a un canal de televisión o radio sin sintonizar o al ruido que emite un secador de pelo, un ventilador u otros electrodomésticos.
Doce de la noche. Un bebé no deja de llorar desde hace unas horas. Sus padres deciden enchufar el secador en la misma habitación donde se encuentra en un intento desesperado de parar su llanto y ayudarle a dormir. A la misma hora, desde la cama, un hombre escribe en el buscador de YouTube “ruido blanco para conciliar el sueño”.
Ambas situaciones tienen algo en común: la búsqueda de un método que ayude a dormir sin recurrir a remedios farmacológicos. En los dos casos, además, impera la misma idea: el ruido blanco mejora la calidad del sueño, pero ¿qué tiene de cierto esto?
Lo que dice la ciencia sobre el ruido blanco
Se denomina ruido blanco al sonido que presenta la misma intensidad en todas las frecuencias audibles para el oído humano. Suena parecido a un canal de televisión o radio sin sintonizar o al ruido que emite un secador de pelo, un ventilador u otros electrodomésticos.
En los últimos años se ha extendido la idea de que este tipo de sonido ayuda a dormir. De hecho, es fácil encontrar listas de reproducción o vídeos para escucharlos e, incluso, se han desarrollado aparatos domésticos de ruido blanco. Pero ¿existe evidencia científica que respalde esa idea?
Numerosos trabajos apuntan a que su escucha, efectivamente, aumenta la calidad del sueño. Un trabajo publicado en 2005 observó que los pacientes ingresados en la UCI dormían mejor tras estar expuestos a ese sonido. Y, hace poco, una investigación comprobó que individuos que habitaban viviendas ruidosas en Nueva York experimentaban también una mejora en su descanso nocturno gracias al ruido blanco.
Podría parecer que la ciencia avala su eficacia, pero no todos los estudios apuntan en esa dirección. Si bien es cierto que tiende a reducir el tiempo que necesitamos para caer dormidos y disminuye las interrupciones, una revisión reciente concluye que los trabajos realizados hasta el momento no son suficientes para vincular el ruido blanco con la mejora en la calidad del sueño.
¿Por qué funciona para dormir entonces?
Numerosas teorías intentan explicar este fenómeno. Una de ellas sostiene que el ruido blanco enmascara otros sonidos ambientales que pueden interrumpir el descanso. Nuestro cuerpo está preparado para responder a estímulos que pueden ser importantes; por ejemplo, nos dispone a despertarnos si oímos llorar a nuestro bebé. La probabilidad de respuesta es mayor cuanto mayor es la intensidad del sonido. Por tanto, el enmascaramiento parcial de los estímulos del entorno favorecería la continuidad del sueño.
Parece ser, entonces, que el ruido blanco ayuda a muchas personas a caer dormidas y despertarse menos por la noche (aunque no está respaldado por toda la evidencia científica existente) debido al citado efecto de enmascaramiento. Esto nos lleva a pensar que otros estímulos auditivos, como la música, también podrían ser útiles para el mismo fin.
Música como terapia para el insomnio
Escuchamos música diariamente en infinidad de contextos. Por ejemplo, para regular nuestras emociones o caer en brazos de Morfeo. Varios trabajos científicos han demostrado que ponernos música antes de irnos a dormir nos ayuda a conciliar el sueño y hace que aumente su calidad. Este efecto se produce tanto en niños como en adultos, lo cual vuelve interesante a este tipo de estimulación para tratar problemas como el insomnio.
Aunque no se sabe qué mecanismos intervienen, existen numerosas teorías que intentan explicar por qué funciona. Una de ellas defiende que la música produce una relajación fisiológica gracias a que disminuye la actividad del sistema nervioso simpático. Dicha disminución produce que, por ejemplo, nuestro ritmo cardíaco o nuestra respiración se reduzcan. Concretamente, se ha encontrado que se produce durante la escucha de música relajante.
En la misma línea, un estudio publicado recientemente ha demostrado que las reacciones fisiológicas difieren en función del tipo de música que escuchemos. Mientras que la alegre activa el sistema nervioso simpático –generando una mayor respuesta cardíaca o sudoración–, la triste aminora su funcionamiento –ralentizando nuestro ritmo cardíaco, por ejemplo–.
En resumen, escuchar música antes de ir a dormir puede ayudarnos a relajarnos y, como consecuencia, puede facilitar la conciliación del sueño. Sumado a estos beneficios, su uso es relativamente sencillo y económico, por lo que podría tener mayores ventajas en comparación con el uso de otros métodos.
*Para leer la nota original, publicada en The Conversation, da clic aquí.
*Por Nieves Fuentes Sánchez, investigadora en el Área de Psicología Básica de la Universitat Jaume I
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