También hay algunos animales que conviven con nosotros en casa y sobre los que pesan diversos mitos, uno de ellos es el pececillo de plata conocido científicamente como Lepisma saccharina o Ctenolepisma longicaudata.
Seguramente te has topado con él en más de una ocasión, sobre todo durante la noche. Su cuerpo alargado y gran velocidad pudo haberte hecho creer que se trataba de una cucaracha.
Pero no es así, pues de acuerdo con el portal Environmental Science de Bayer se trata de una “especie ágil cuyo nombre deriva del brillo gris metálico de su cuerpo”.
No tiene alas, mide de 10 a 15 milímetros de largo y vive casi exclusivamente en edificios; asimismo, requiere una temperatura mínima de 20 grados centígrados para desarrollarse.
Lo más común es que viva en grietas, por eso es difícil identificarlo en la cotidianidad. No obstante, también es posible que sea encontrado al interior de libros.
| Foto: EXPRODIM
Y es que la celulosa es uno de sus alimentos favoritos, aunque también gustan de hongos, materia orgánica, almidón, silicona, restos de tejido, etcétera.
En su época de apareamiento, las hembras suelen depositar dos huevos diarios. En caso de concretarse el nacimiento, un ejemplar puede vivir hasta 7 u 8 años.
“Los huevos del pececillo de plata tardan en eclosionar de 20 a 40 días, apareciendo las ninfas muy similares a los adultos. Se diferencian de ellos en su tamaño y en su color, que es blanquecino”, refiere EXPRODIM, una empresa de control de plagas y desinfección.
Sobre este insecto pesan algunos prejuicios, pues se dice que gustan de meterse en los oídos de las personas que duermen. Esto desde luego que es aterrador, pero no es verdad.
Lo cierto es que esta especie no representa un peligro para los humanos y las mascotas, no se introduce al cuerpo, no pica ni transmite ningún tipo de enfermedad.
Su aparición excesiva podría evidenciar que tienes un problema grave de acumulación de humedad en tu domicilio, por lo que tal vez deberías concentrarte en reparar ese desperfecto para que dejen de acumularse.
En realidad el pececillo de plata no causa molestia alguna, sólo puede ser desagradable a la vista y causar leves desperfectos porque se comen el papel de los libros, fotografías y hasta el yeso.
