Lo mismo pasa cuando nos ponemos rojos de nervios. En casi todos los casos lo único que se puede hacer es esperar y tener paciencia para que las coloraciones desaparezcan, pero sin duda es sumamente incómodo atravesar por dichas situaciones.
Aunque en la mayoría de los casos no pasa a mayores hay personas que desarrollan eritrofobia, esto se define como el miedo excesivo a sonrojarse públicamente.
Las consecuencias pueden ser catastróficas para el estado de ánimo y la autoestima, por eso lo más prudente es consultar con un especialista para obtener un diagnóstico oportuno.
Por el momento te recomendaremos seis tips que puedes aplicar en la vida cotidiana, con plena consciencia de que ponerse rojo por nervios es completamente normal y eso no debería hacer que otras personas te juzguen.
Identifica las situaciones que contribuyen a que te pongas rojo, luego analízalas para que seas consciente de por qué te causan inseguridad o malestar.
Cuando te ocurra, trata de controlar tu respiración con inhalaciones y exhalaciones lentas, para que tu cuerpo se relaje.
Consejo tres
Piensa en una situación diferente a la que estás viviendo para eludir el estrés.
| Foto: Pixabay (imagen ilustrativa)
Consejo cuatro
Si te es posible, trata de cambiar el tema que te provocó sonrojarte.
Consejo cinco
Consulta a tu médico para asegurarte de que tu condición no se deba a algún problema de la piel.
Consejo seis
Si el problema es muy frecuente al grado que afecta tu calidad de vida y salud mental, puedes someterte a una operación que consiste en “seccionar el nervio simpático a la altura de las primeras costillas”. Todo esto debe ser bajo estricta supervisión médica.
¿Por qué nos ponemos rojos cuando estamos nerviosos?
Ponerse rojo de nervios es una característica propia de los humanos que no está presente en ningún otro animal; además, es una respuesta corporal involuntaria e inevitable.
De acuerdo con la revista Muy Interesante, esto pasa “por una respuesta emocional o suprarrenal. Las emociones que causan rubor son la vergüenza, la timidez, la modestia y el amor. Mientras ruborizarse es una reacción natural, cuando ocurre en exceso, puede causar vergüenza y ansiedad social”.
En el portal Intramed se explica que al atravesar por las emociones citadas “se activa el sistema nervioso simpático, el mismo que rige la respuesta de lucha o huida”.
Eso sumado a la liberación de adrenalina acelera la respiración, el ritmo cardiaco y provoca la dilatación de los vasos sanguíneos. “Cuando los capilares sanguíneos del rostro se expanden, producen un notable cambio de color en la piel”.
| Foto: Pixabay (imagen ilustrativa)
Sonrojarse no nos ocurre en situaciones de peligro. Más bien es una respuesta evolutiva “que refuerza los códigos sociales empleados en las sociedades para permitir la convivencia humana”, según argumentó el psicólogo Ray Crozier, de la Universidad de East Anglia en Reino Unido.
El experto determinó que la coloración en nuestros rostros muestra a los demás que nos sentimos afectado por alguna conducta errónea y eso funciona para que nos perdonen más fácil y rápido.
“Sabemos que el rubor lo provoca una hiperactividad del sistema simpático que dilata los vasos sanguíneos faciales. Normalmente hay un disparador que es una situación incómoda, pero todavía no se sabe por qué pasa”, explicó Laureano Molins, jefe de cirugía torácica del Instituto Clínico del Tórax del Hospital Clínic de Barcelona.
Ahora que ya sabes por qué nos ponemos rojos de nervios, tal vez te sea más fácil evitarlo en el futuro; también puedes llevar a cabo los consejos para sentirte más seguro en situaciones conflictivas para tu persona.
