¡Siete, siete! gritaba el Azteca y América respondió: aplastó a Cruz Azul
El estadio Azteca cobró vida en una noche que nadie va a olvidar. Los celestes aguantaron estoicos los gritos y burlas de los americanistas.
Está hecho de concreto, pero cuando 80 mil personas se sientan en sus butacas, el Estadio Azteca cobra vida. Tras el cuarto gol en la goleada de este sábado, nació una voz creada por miles de gargantas azulcremas para pedir más goles, sin piedad: primero fueron cinco, después seis y no paró, ¡siete, siete!, gritaban los aficionados y América aplastó a Cruz Azul.
Nadie sabía lo que estaba a punto de pasar, pero antes del silbatazo, América ya ganaba. En las largas filas de acceso al inmueble, una playera de Cruz Azul se mezclaba entre 5 de 'las águilas'. Pero el optimismo era parecido entre ambas aficiones y los más aventurados pronunciaban goleadas que no superaban los 3 goles.
Algunos subieron más rampas que otros, pero la lluvia le jugó una mala pasada a los que pagaron más por su boleto. Aunque no era la mejor de más vistas, desde arriba el techo protegía a miles que no se tuvieron que refugiar en los accesos de la implacable agua.
Muchos abandonaron su butaca para no acabar con gripe al otro día. Algunos se quedaron en los pasillos, otros se amontonaron en las orillas donde el techo aún protegía y los más valientes se ayudaron de un impermeable de 10 pesos que los vendedores adivinos supieron ofrecer, pero nadie se fue.
Cayó el gol de Richard Sánchez, después el de 'Cabecita' Rodríguez. La afición de Cruz Azul aguantó estoica la burla, como si en el fondo hubieran sabido que iba a caer el tanto del hombre que les dio la novena estrella, pero con el odiado rival. Para el tercer tanto de Diego Valdés y la tarjeta roja a Rafael Baca, el señor de las cervezas ya trabajaba más rápido: los celestes querían olvidar, y los americanistas llegaban al éxtasis de la fiesta.
Aun con el 3-0 en contra, había un dejo de esperanza entre los visitantes. Pero Henry Martin acabó con todo. Mientras 'las águilas' saltaban y coreaban el 'vamos, vamos, América', los vestidos de azul ya pasaban más tiempo con los ojos en el cemento de la estructura que en la cancha.
Veinte minutos pasaron entre el tanto de 'la bomba' y el de Álvaro Fidalgo. La afición sabía que Cruz Azul estaba en la lona y no quería ver a un rival herido, lo quería ver destruido. Por ello, al unísono, pidió el quinto y cayó. También gritó por el sexto y los americanistas hicieron caso. Fernando 'Tano' Ortiz nunca reculó y le dio a su gente lo que tanto pedía.
¡Siete, siete! Gritaba la gente de amarillo mientras los de azul ya bajaban las escaleras del inmueble en busca de la salida. Salvador Reyes consintió y aunque pudo caer un octavo, el árbitro pitó el final. Personas de la tercera edad, infantes, mujeres, hombres: todos estaban felices. Cuando todos pensaron que iban a un partido, acabaron en una fiesta.
Las consecuencias del América 7-0 Cruz Azul
Apenas han pasado 12 horas desde que acabó el encuentro y las consecuencias ya se hicieron sentir. Rafa Baca pidió perdón a toda la afición celeste y se dijo culpable por la goleada que su equipo se llevó. "Hemos tocado fondo... queda levantarnos y volver a empezar", sentenció.
Jose Ramón Fernández, contrario a lo que podríamos pensar, ya dio como candidato al América para campeón de este Apertura 2022. Lo cierto es que el clásico joven dejó muchos temas que se seguirán hablando. Pero por mucho tiempo nadie olvidará como gritó la gente ¡Siete, siete!, y América respondió.