¡Se compran colchones, tambores, refrigeradores! ¿Quién es la voz del fierro viejo que venda?
Los capitalinos han escuchado durante años la tierna voz de una niña, quien los incita a deshacerse del fierro viejo que poseen.
Si habitas en la Ciudad de México o en los municipios conurbados que rodean a la capital seguramente ya escuchaste este canto: “Se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras, microondas o algo de fierro viejo que venda”.
La grabación es reproducida por camionetas que recolectan residuos y hasta monedas antiguas (cuidado, que en una de esas podrías deshacerte de la moneda de 20 que se vende hasta en 5 mil pesos).
Otros artefactos que se llevan son autopartes, ventiladores, planchas, licuadoras, motores viejos, aluminio, cobre, bronce, baterías de carro y cables de luz.
Quizá te has preguntado quién le dio vida esta popular melodía, que se volvió parte de la cotidianidad de los habitantes de la parte central del país.
Por eso aquí te contaremos la historia detrás del sonido empleado por las personas que laboran en el fierro viejo, pues surgió del increíble ingenio de un mexicano.
María del Mar Terrón le dio vida a la grabación del fierro viejo para ayudar a su papá
Fue una noche del 2003 o 2004 cuando María del Mar Terrón, quien estaba con su padre en una casa que habitaban en Ecatepec, recibió una importante misión.
En ese momento tenía aproximadamente 9 años y veía cómo su padre salía todos los días a la calle, para buscar el sustento familiar de forma honrada.
El señor posee una camioneta y es recolector de metales, pero ya estaba cansando de gritar por las calles para incitar a las personas a que le dieran sus residuos.
En entrevista para el medio Chilango, la mujer que ahora tiene 27 años recordó que eran aproximadamente las 11 de la noche cuando su progenitor inició la labor junto a ella.
“Un día mi papá me pidió que lo ayudara a grabar algo para vender el fierro viejo. Mi voz siempre ha sido muy aguda y pues de niña más, mi papá dijo que él no lo grabaría porque su voz era muy fuerte y no fuera espantar a alguien”, comentó.
Fue así como empezó a recitar la estrofa que todos conocemos, pero que sólo ella pudo adecuar a su ritmo y tipo de capacidad vocal… claro, de la mano de su padre.
En ese tiempo la familia no tenía a la mano aplicaciones especializadas para efectuar la tarea, por lo que el señor se valió de un micrófono, un estéreo, un cassette y mucha paciencia.
Según el testimonio de Marimar, como le dicen de cariño, la actividad se prolongó hasta las 4 de la mañana porque se presentaron interrupciones como ladridos de perros o vecinos que chiflaban.
Al final el esfuerzo valió la pena y surgió la grabación del fierro viejo que venda, que gustó a los capitalinos y a los amigos del papá de María del Mar Terrón. Ellos fueron los que la popularizaron aún más en una época donde no existían las redes sociales, pues se la pidieron al señor para integrarla en sus unidades y hacer más amena su tarea.