Se trata del juego el rebote, al que Pancho Villa era aficionado y de hecho hacía gala de la musculatura que había adquirido por practicarlo asiduamente. Este juego se caracteriza por tener un balón similar al de béisbol, con el mismo tipo de costura.
Tal era la pasión del revolucionario por este deporte que se lo menciona en varias oportunidades en el libro “El verdadero Pancho Villa” publicado en 1970 por Ángel Rivas López, “”A los bailes, lo mismo que al rebote, solía recurrir Pancho Villa, a quien solo se le conocía con el mote EL RANCHERO por la indumentaria ajustada que siempre usaba” afirma uno de los pasajes.
En otra parte del libro se puede leer: “No se desprendía ni un momento de su pistola que solía acomodarse frecuentemente […] Muchos de los viejos moradores del Chihuahua de entonces, que aún viven, le recuerdan, ya jugando al rebote, ya bailando; pero siempre con la pistola al cinto”.
El lugar donde se practica este deporte es una especie de frontón que puede ser de diversos materiales: cantera, ladrillo, block, piedra y hasta adobe.
Las medidas del frontón o rebote es de 6 metros de ancho y una altura que puede ir de los 6,5 y 12 metros.
El rebote se practica en pareja y tiene un árbitro al que llaman rayador.
Se juega a doce tantos y a cada punto se le denomina raya.
— Víctor Marín Martínez (@victor_marin) July 23, 2020
El rebote es un deporte tradicional que se practica diariamente y especialmente en las fiestas de cada pueblo.
Los participantes deben golpear el balón, tal como dijimos muy parecido al de béisbol.
La forma de golpearlo es con la mano, aunque en algunas oportunidades se usa una raqueta.
Hay archivos fotográficos donde se puede ver a Villa con una palmeta o raqueta en la mano izquierda y sosteniendo con la derecha el pequeño balón.
El rebote y sus reglas han ido cambiando con el tiempo, aunque podemos decir que el antecedente más antiguo de este deporte data del año 1795, donde se encontraba un frontón con las mismas características o muy similares a las que se usan en la actualidad, en la comunidad de Mina Quebradilla y Santa Escuela, que fue destruido al momento de la urbanización de la Ciudad de Zacatecas.
